Este es el episodio del morbo y de los chismes paralelos.

Porque si bien en todo chisme mortal hay cosas que se quisieran saber, pero solo los valientes se atreven a preguntar (p. ej. ¿Lo cogieron de frente o por la espalda? ¿Cuántas puñaladas le metieron? ¿Le dijeron por qué lo iban a matar?, etc), en este solo hay que parar oreja...

El verdadero zoom del chisme está en este episodio. No solo por la cantidad de detalles que nos proporcionan previo a ese fatídico acontecimiento tan ampliamente anunciado - eso de ¿por qué iban a matar a Santiago? ¿La razón era para tanto? ¿alguien alcanzó a avisarle a la policía? etc- sino porque empieza a atisbarse un guardado que tiene pinta de no querer ver la luz del sol.

Ah, y porque también entran a escena dos de los protagonistas más extraños y misteriosos de esta trama.

¿Cómo es eso de que todo un pueblo sabía que iban a matar a un man (que todo el mundo conocía), "destazado como un cerdo", pero a nadie se le ocurrió advertirle?

En definitiva, esta novela es tremendo chisme. De esos tan bien contados que uno sigue necesitando más detalle... o por lo menos a alguien que se ponga creativo con ciertos pormenores.

Confieso que mientras te leía esta 2ª parte de la crónica sentí el impulso de ir a Google a buscar si había prensa que diera cuenta de ese viaje en tren, destino Bogotá - Santa Marta, de esos más de 200 "Carasucias hijue**tas", o de la historia del padre que le apostó a un tipo superior de ser humano, cuya materia prima eran los niños de la calle.

En definitiva, esta bendita crónica no solo nos da la oportunidad de ver cómo es (o por lo menos como fue) la vida de "los gamincitos", sino también -y sobre todo-, de reconocernos afortunados (y quizá un tanto desagradecidos) por todo lo que tenemos... aunque sea poco.

¿Cómo es la vida de "los niños de la calle", en ciudades como las nuestras? ¿Alguna vez te lo has preguntado?

En esta crónica alucinante, el periodista Germán Castro Caicedo nos responde relatando la historia de Roberto Ramírez Triana, un pequeño de 7 años que fruto de la curiosidad infantil, se extravió en la Bogotá de los 60. Y nunca más pudo volver a su casa.

¿Qué secretos humanos se te revelarían si, de tanto en tanto, pudieras observar tu barrio desde la cúspide de la parroquia?

En este cuento, Félix nos cuenta algunos hallazgos un tanto sensibles y libidinosos...

Raro, grisáceo, denso, e inquietante. Cuatro palabras que a mi parecer resumen muy bien este cuento de Horacio Quiroga.