A veces, parece que todos jugamos al mismo juego: dejar nuestra huella en alguien, ser la persona que recuerden incluso cuando ya no estamos. Pero cuando empiezas a notar parecidos entre tú y el ex de tu pareja, surge la duda: ¿realmente somos únicos para ellos, o simplemente seguimos un patrón? ¿somos suficiente?
La verdad es que la originalidad no se trata de ser completamente diferentes a las demás, sino de los pequeños detalles que nos hacen inolvidables: una manera de ver el mundo y ser algo que nadie más puede imitar. Si alguien no puede distinguir quién eres realmente de quién estuvo antes, tal vez el problema no sea tu falta de singularidad, sino su incapacidad de apreciar lo especial en cada historia.