Las ceremonias de Ayahuasca me parecen una de las cosas más absurdas en el ambiente, por muchas razones.
Cuando se borra el límite entre la creencia y la realidad, como claramente sucede con Ayahuasca, en donde se traen “aprendizajes” del más allá, en donde se obtienen “respuestas” de mano de entidades superiores y cosas similares, deberían saltar todas las alarmas de nuestro raciocinio.
El shaman es alguien que en nuestra cultura, simplemente tacharíamos de loco, seguramente de esquizofrénico. Y sin embargo, mucha gente, confía en estas figuras su psique en el momento más vulnerable de su vida.
Volviendo a la parte ceremonial… no se me ocurre algo más cercano a una película de terror realmente… donde uno escucha llantos, risas, ruidos, a la distancia, maquiavélicos, aterradores… en un momento donde la droga te convierte en tremendamente sugestionable.
Sin embargo, para terminar con una nota positiva, es innegable que también hay muchísima gente que ha encontrado en la Ayahuasca algo que le cambió la vida para mejor, que lo ayudó a salir de determinados problemas, que le sirvió como una terapia psicológica única y salvadora, que lo acercó a un grupo de gente de similares intereses, que lo ayudó a ver la vida de otro modo, y otros tantos beneficios.