Las comunidades p’urhépechas han preservado celosamente su legado a través de la tradición oral. Ahora, un nuevo libro de cuentos busca plasmar en letras esta vasta sabiduría ancestral. “Aguaturmas blancas” es la primera obra literaria de Esteban Sevastián, un escritor oriundo de Las Encinillas, una pequeña ranchería p’urhépecha de la región serrana de Michoacán, perteneciente al municipio de Tangamandapio.
Sobre el autor
Esteban, el menor de doce hermanos de una familia humilde y tradicional, cuenta que desde niño estuvo inmerso en las labores del campo sembrando y vendiendo leña junto a su padre. Pero fueron las entrañables historias de su abuelo Dionisio las que sembraron en él la semilla de la palabra. “Mientras leñaba, estiraba alambre o caminaba al monte, mi abuelo me contaba la historia del mundo; sabía qué era cada animal antes de ser animal, a reconocer el piar de los pájaros, el comportamiento de las hormigas o el aullido de los coyotes. Él lo sabía todo, quería ser como él, crear mundos en la cabeza de otras personas por medio de la palabra. Él fue mi mayor inspiración e influencia”, rememora con nostalgia.
Tras estudiar Ciencias Teológicas y Filosóficas, además de formarse como escritor, Esteban decidió regresar a sus raíces con la firme intención de aportar su grano de arena a la preservación del acervo cultural p’urhépecha. El fruto de ese anhelo es “Aguaturmas blancas”, una colección de diecisiete relatos cuidadosamente hilvanados a lo largo de ocho años, en los que se entrelazan las experiencias cotidianas, tradiciones, creencias, luchas y singular cosmovisión de estos pueblos milenarios.
Sobre el libro
“Este libro toca las historias y experiencias cotidianas de las comunidades p’urhépecha de la región, ofreciendo una cosmovisión de la vida de los pueblos; en las tradiciones, las relaciones familiares, las creencias culturales, la lucha contra la adversidad, la supervivencia y la muerte”, describe Esteban sobre los diversos temas que aborda su obra.
Las palabras cobran vida a través de las diecisiete ilustraciones creadas por la artista Jessica García Huipe, cuyo estilo de líneas limpias evoca belleza y contemplación. “Las ilustraciones se interpretan por sí mismas, aunque tengan como base los relatos. Poseen una estética y un estilo particular”, comenta el autor.
A diferencia de otros libros con fines didácticos o moralistas, Esteban aclara que su intención no es adoctrinar. “Los relatos no son pretenciosos, no contienen ninguna intención de enseñar tal o cual cosa, qué es bueno o malo. En este sentido, el amor, el odio, el bien, el mal, la vida, la muerte, los dioses y demonios tienen la misma dignidad; las virtudes, los vicios no me toca juzgarlas”, afirma.