Piedad de la Cierva. Pionera, visionaria y científica

Auteur(s): Centro de Estudios Josemaría Escrivá. Universidad de Navarra
  • Résumé

  • La historiadora Inmaculada Alva nos introduce en la vida de la científica española Piedad de la Cierva, pionera en su campo en el siglo XX. A través de sus investigaciones, Alva explora las notables contribuciones de De la Cierva en el desarrollo de la óptica y su determinación por alcanzar el reconocimiento en un entorno dominado por hombres. Estos podcast destacan no solo sus logros científicos, sino también su legado en la historia de las mujeres en la ciencia, inspirando a nuevas generaciones a seguir su ejemplo de perseverancia y visión.

    2024 Universidad de Navarra
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Épisodes
  • 9. Aportes de Piedad de la Cierva
    Nov 14 2024

    Las aportaciones de Piedad de la Cierva a la ciencia española son evidentes. Su trayectoria científica presenta una continuidad desde los años treinta hasta los sesenta que abarca dos periodos históricos muy distintos, la segunda república y el franquismo. Esta continuidad es un rasgo interesante en su trabajo pionero. Fue una mujer valiente, a la que su pasión por la ciencia llevó a transitar por caminos no muy habituales por las mujeres de su tiempo.

    El comienzo de sus memorias es quizá el mejor resumen de su vida: «Acabo de cumplir ochenta años y aún estoy asombrada. He llegado hasta aquí suavemente, casi sin darme cuenta y dejo atrás un largo pasado, que voy a recordar un poco duro a veces; pero lleno de sentido, de trabajo, de alegría y de paz».

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  • 8. Nuevos proyectos
    Nov 14 2024

    En noviembre de 1955, Otero Navascués abandonó la dirección del LTIEMA para trabajar en la Junta de Energía Nuclear. La nueva dirección no estaba interesada en el proyecto del vidrio óptico, que se abandonó a principios de 1957.

    Piedad de la Cierva buscó nuevos temas de investigación, como las superficies pulidas de vidrio, que le permitió presentar una comunicación en un prestigioso congreso sobre el vidrio en París.

    En su trabajo seguía buscando nuevos temas de investigación, como el estudio de la capacidad aislante de la cascarilla de arroz. A través de una revista estadounidense había conocido las investigaciones sobre unos ladrillos aislantes, fabricados con cenizas de paja de arroz, que despertó su curiosidad. Le había traído algunos recuerdos de su infancia, en concreto, cuando aún no había frigoríficos y se compraban en su casa barras de hielo, que eran transportadas cubiertas en paja de arroz. Empezó a experimentar por su cuenta. El tema podía tener aplicación inmediata para la fabricación de ladrillos refractarios aislantes, para las calderas de los barcos y para otros hornos como los de cemento que en aquella época se importaban de Dinamarca. El trabajo final fue merecedor del premio de Investigación “Juan de la Cierva”, en la opción “Investigación Técnica” en 1966.

    En todos estos trabajos buscó la colaboración de jóvenes científicas a las que dirigió sus tesis doctorales, aunque no podía constar como tal por no ser catedrática.

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    1 min
  • 7. Años de búsqueda espiritual
    Nov 14 2024

    A pesar de esos éxitos profesionales, le faltaba algo. Así recogió en sus memorias: «Me había puesto confiadamente en manos de Dios y, mi vida profesional, con temas de trabajo que me interesaban y divertían, iba transcurriendo suavemente. Tenía cierto prestigio, buenos amigos que me hacían la vida agradable en el trabajo; asistía a teatros, cines y conciertos. Pero, me faltaba algo».

    Era una mujer de firmes creencias que compartía su pasión científica con el deseo de hacer la voluntad de Dios. Sus hallazgos científicos le llevaban a Dios una y otra vez, como recogía por ejemplo en una ocasión: «me impresionaba, pensar que Dios, Creador del Universo, había distribuido los átomos, tan pequeños, de aquella forma tan asombrosa».

    En varios momentos de su vida se preguntó si Dios quería algo más de ella, quizá ingresar en una congregación religiosa, como era habitual entonces para una mujer quería entregarse a Dios. Sin embargo, le parecía que esa llamada debía ir acorde con el camino que Él mismo le había ido abriendo en el mundo científico, como explicaba «tendría que dedicarme totalmente a Dios, pero de un modo para el que me había preparado mi vida anterior: estudios, trabajo, viajes, etc., todo iba a servir para lo que Dios quería de mí».

    El encuentro con el Opus Dei fue una respuesta a esa búsqueda espiritual. En 1945 había tenido un primer contacto a través de Camino, un libro espiritual escrito por Josemaría Escrivá de Balaguer, que le había regalado su cuñada. A propósito de su lectura recogía en sus memorias:

    «La lectura de Camino me produjo una gran impresión. Vi que aquel trabajo, que me divertía y me apasionaba tanto, podía hacerme santa. Me di cuenta de que sin que nadie me lo hubiera dicho, yo también rezaba al estudiar. Y comprobé que aquel cuadrito de la Oración del Huerto de Salzillo, que había colgado frente a mi mesa de trabajo, cuando llegué a la Marina, también me servía para aquello de levantar los ojos al Señor, cuando los tenía cansados del microscopio».

    En mayo de 1952 le hablaron de la residencia universitaria Zurbarán donde conoció a otras chicas del Opus Dei. Gloria Toranzo, la directora de la residencia, le explicó lo esencial del mensaje y la radicalidad de la llamada. Después de unos meses de conocer y vivir el espíritu del Opus Dei pidió la admisión en la navidad de 1952. Era una de las primeras agregadas. Desde ese momento hizo compatible su trabajo científico con su dedicación al Opus Dei, contribuyendo a difundir su mensaje de santidad en medio del mundo.

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