Creo que las experiencias no tienen una sola interpretación y es importante ser humilde y congruente a la hora de analizarlas. El límite entre la fe y el pensamiento mágico es muy tenue y necesitamos educarnos con la Biblia y con el conocimiento científico para ser congruentes y precisos a la hora de analizar y describir un acto que interpretamos como sobrenatural. Otra aclaración importante es que cuando uno describe milagros positivos de la intervención de Dios, uno podría dar la impresión de que la vida de relación con Dios es fácil y agradable, lo cual es así en muchos sentidos. Pero, mientras uno puede estar experimentando milagros de provisión de Dios, también uno se enfrenta a situaciones en que Dios no responde de manera positiva a nuestras oraciones, y otras circunstancias inciertas en que uno no puede entender por qué Dios decidió actuar como actuó. Él es Dios y no nosotros. No podemos demandar milagros de Él como si fuera una máquina expendedora. Él es el que decide cuando y como actuar. Nuestra oración por un milagro también debería incluir el deseo de discernir lo que Dios quiere y cuando.