Ser Todo
Cuando empezamos a escuchar nuestro interior se descubre como un sendero en el que se van desvelando misterios progresivamente.
Después de tanta búsqueda en el mundo exterior, por fin llega esa respuesta en nuestro dejarnos ser desde dentro.
Toda la vida depende de algo que se nos ofrece a cada instante. La posibilidad de estar despiertos desde nuestra consciencia de ser y existir.
Somos sostenido y creados a cada segundo que pasa. Sostenida nuestra vida de principio a fin.
La actitud correcta de soltarlo todo lo que es vida exterior para ser testigos del existir interior que permanece es la forma más directa y cercana de encontrar la verdad de ser.
En nuestra mente se desdibuja todo lo que nuestro interior anhela y nos dedicamos a intentar sostener un estado ideal y perfecto de ser, mientras que realmente todo ocurre en nuestro interior.
Todo ello es el producto de nuestra idea de yo separado e individual y es el vehículo de ese incierto viaje a ninguna parte.
Cuando nos damos cuenta de que ese reflejo exterior no aporta la sensación de ser, sino un estado transitorio, nos independizamos de la necesidad de obtener y directamente lo experimentamos como un estado propio.
Esa mirada interior entonces se carga de amor a uno mismo y de esta forma logramos acceder a nuestro estado interior de forma cada vez más sencilla.
Ya no necesitaremos desear, ni luchar, ni esforzarnos, ya que se trata de nuestro estado interior, dejaremos de anhelar puesto que ya somos el origen y el final de lo anhelado.
Nuestro intento de lograr fuera lo que anhelamos era simplemente el intento de recuperar el estado perdido mientras que somos directamente el estado anhelado.
Entonces podemos contemplar nuestro interior como un estado permanente donde podemos percibir directamente que tenemos todo lo que antes creíamos ajeno.
Somos ya una realidad interior y por ello nuestro yo pensado deja de percibirse, ni buscarse, toda la atención que antes dedicábamos a generar un yo pensado ahora la dedicaremos a percibir lo que somos en su magnitud.
Cuando nos dejamos ser recibimos directamente lo que somos y algo mágico empiézanos a ocurrir.
Deseamos un contacto con lo real y hemos aprendido la disposición correcta para que nos toque.
No generamos ninguna idea sobre la sensación de ser ni la adherimos a nuestra idea de yo separado.
Permaneciendo en ese estado de contemplación de lo que se nos muestra en el interior es como aprendemos a dejarnos estar de forma permanente siéndonosla la sensación interior que se desvela nuestra propia identificación como ser.
Al permanecer en esa escucha de ser la sensación misma será nuestra mejor forma de estar y permanecer.
Nuestro interior se irá esponjando cada vez más y tendremos una sensación de no estar incluidos únicamente en el cuerpo, sino de incluir todo lo que nos rodea en la sensación s¡de ser.
Se trata de la destreza de permanecer en la sensación interior de ser sin recabar en la idea de yo separado. Será como una constante que se sostiene en el espacio y el tiempo.
El silencio es dejarse hacer. Estar sin hacer. Ser sin percibirnos limitados en base a nuestro cuerpo ni lo que hacemos con él.
Esa sensación desmoralizada de un yo pertenece a la totalidad, a la unidad y se irá integrando en el Uno.
Podemos experimentar esa sensación de ser un solo ser compartido con todo lo que nos rodea.