La murmuración, aunque a menudo minimizada en la vida cristiana, es un pecado altamente destructivo tanto para el individuo como para la comunidad de fe. Santiago 4:11-12 nos exhorta a evitar este hábito perjudicial, subrayando que criticar a otros no solo afecta relaciones humanas, sino que también revela un corazón desalineado con los principios de Dios. Reflexionemos sobre cómo controlar nuestra lengua y vivir conforme a nuestra fe. Analizaremos 4 consideraciones sobre porque no debemos murmurar unos contra otros 1. Considerar lo que pensamos sobre los demás 2. Considerar la ley de Dios 3. Considerar a Dios 4. Considerarte a ti mismo