Parecer guapo o parecer cool e interesante se ha vuelto una especie de dilema estético. Por un lado, está la presión de verse perfecto; por otro, la necesidad de proyectar que no te importa y eres naturalmente interesante. Pero, seamos sinceros: ambos son un acto. Verse cool puede ser igual de superficial si solo es una fachada de indiferencia bien calculada. Fingir que no le damos importancia también es dársela. Quizá el verdadero reto es ser genuino, sin preocuparse tanto por la etiqueta que llevemos puesta. Al final del día, ser auténtico es más cool de lo que cualquier pose podría llegar a ser.