¡Felicidades! Has demostrado ser un auténtico maestro en el arte de asustarte a ti mismo y lograr que los demás te rechacen, y finalmente, has alcanzado el Santo Grial del desastre: la infelicidad personal absoluta. Y, por supuesto, has pagado con creces por todos tus pecados.Has conseguido lanzar a todos los que conoces fuera de tu vida. Sin el molesto peso del trabajo, los seres queridos o los amigos, ahora puedes dedicarte a la queja continua, las 24 horas del día, lamentándote de lo cruel que es la vida y de cómo todos y cada uno de los que conocías te han traicionado, tal como tú mismo habías profetizado.