Las heridas de abandono provienen de situaciones donde no hemos sido atendidos de la forma necesaria, ya sea de forma evidente como unos padres ausentes y negligentes, o sutiles, como padres que atienden físicamente a sus hijos pero no emocionalmente. Más allá del malestar en la infancia esto determina cómo la persona aprende a relacionarse con los demás y con su capacidad de ver sus propias necesidades, siendo incapaz de crear una manera sana de relacionarse con los demás y consigo mismo. En el capítulo te explico cómo identificar esta herida, ver sus secuelas y qué puedes hacer para sanar, de forma que ese abandono de la infancia no siga determinando tu vida adulta.