Año 210 a.C. Continúa la segunda guerra púnica. Las arcas romanas están vacías y ante la necesidad de armar una nueva flota, los cónsules decretan un impuesto a toda la población, que no será muy bien recibido. Para calmar los ánimos y salvar su cuello, el cónsul Marco Valerio Levino propone que sean los miembros de la élite política y económica los primeros en pagar el impuesto para así dar ejemplo a los demás. En el bando cartaginés, la envidia de Hannón provocará la deserción de su mejor comandante en Sicilia.