Esta luna nos invita a nombrar, a decir para romper el hechizo de la ilusión. Desarmar las fantasías que nos alejan del cuerpo, la ilusión que nos retira el contacto concreto con lo que nos sirve de punto de apoyo y no nos permite nombrarlo. Lo que nos nutre se revela, y evidencia lo que nos aleja del bienestar.
Para lograr efectivamente decir, es importante escuchar. Hacer silencio y suspender nuestras convicciones, que se repiten incesantemente, nos permite escuchar nuevas voces que abren la puerta de la voz propia, siempre coral, siempre múltiple. Esta luna nos invita al silencio pródigo de las cosas, de la materia. La melodía de la sustancia impregna en nuestros pensamientos otra rítmica.
Recorrer la distancia que hay entre lo que pensamos y lo que piensan lxs demás, cabalgando en el lomo de la duda, permite encontrarse no sólo con el otrx, sino también con unx mismx. Recorrer esa distancia es habitarla, ver las infinitas formas posibles en las que algo puede ser vivido y narrado.
El modo singular de entender el mundo que ha crecido en nosotrxs, esa forma única de contar las cosas, se ha desarrollado como un pichón en el nido de las propias circunstancias, alimentado por la parcialidad que podía llegarnos a la boca. Es necesario levantar vuelo para descubrir que esa rama del árbol apenas es un punto en un frondoso bosque inabarcable.
En el silencio se esconde la dicha. Cuando somos felices, ya no hay más nada que decir. La condición quizás más compleja para que se abra espacio al silencio, es dejar de callar. Dejar de guardarnos palabras que creemos que nos pueden hacer perder algo valioso. Esta luna nueva nos abre nuevas formas y nuevos espacios para decir aquello que nos liberará del peso de lo guardado, de las palabras presas.
La humildad es entender que no sabemos mucho más que lo que sí sabemos. Esa humildad nos permite aprender. Permanecer receptivxs frente a la vida y la verdad nos abre el mundo, lo multiplica, lo expande. Esta luna nueva nos invita a ablandar las rigideces conceptuales que nos limitan, y a ensanchar de ese modo la realidad que somos capaces de tocar.
Esta luna nueva nos invita a revisar cuántas palabras de las que usamos a diario sirven para justificar y defendernos y cuánto hablamos para encontrarnos con lo que no somos, con lo que no conocemos. ¿Cuándo es necesario callarse? ¿Sería posible dejar que las cosas se digan a sí mismas? ¿Hablo para llenar un espacio vacío que, de otro modo, revelaría mi angustia?
Distraerse, jugar, perder el tiempo pueden ser modos de crear durante este período; o al menos modos de hacer que valga la pena la creación, que tenga un sentido.
Visualización.
El rio ha crecido y aleja las orillas. Las costas, más lejanas, ahora se igualan. El agua crecida cubre la playa de arena de una costa, llena los acantilados barrosos de la otra. Todo pareciera, por un momento, ser igual. El espacio que necesita el rio para crecer es muy grande, y cuando lo hace cambia el paisaje. No sabemos hasta dónde crecerán las aguas, pero sabemos que abajo está la tierra, arriba el cielo y esto también se terminará.
