El trabajo ocupa gran parte de nuestra vida, le dedicamos nuestro tiempo y también, nuestra salud. Desgraciadamente, todavía hoy nos enfrentamos a la brecha laboral entre hombres y mujeres, una disparidad de condiciones que crean muchas veces techos de cristal inalcanzables para las mujeres.
Esta desigualdad afecta a su calidad de vida, con una situación en muchos casos más precaria en lo laboral que desemboca en menos oportunidades de crecimiento, menor estabilidad y menores ingresos económicos. Un cóctel perfecto para una vida llena de estrés. Y eso se refleja en nuestra salud. Peor comida, peor sueño, peor estado mental... Y mayor posibilidad de sufrir enfermedades cardiovasculares.