Lee Job 1:13–22
En el 2009, un importante medio de comunicación publicó un artículo titulado “¿Por qué creemos que las catástrofes vienen de tres en tres?” El autor afirmó: “La persistencia de esta creencia es difícil de explicar, ya que los argumentos en favor de ella se derriban muy fácilmente”. La historia de Job derriba también esta creencia ilógica. Las catástrofes de Job se produjeron en cuatro oleadas.
Después de recibir permiso de Dios, Satanás comenzó a atacar la casa y las posesiones de Job (v. 12). Job recibió una serie de malas noticias de un sobreviviente de cada evento. Primero, unas personas de Sabá mataron a espada a sus pastores y le robaron los bueyes y los asnos. Luego cayó un rayo y mató a todas sus ovejas y a los pastores que las vigilaban. Luego, los caldeos le robaron los camellos y asesinaron a más sirvientes. Finalmente, una tormenta de viento destruyó la casa donde los hijos de Job estaban comiendo y todos murieron. Esta última noticia fue la peor de todas. Sus hijos habían sido asesinados por lo que podríamos llamar “un acto de Dios”.
Al no tener tiempo para llorar entre cada uno de los cuatro mensajes secuenciales, finalmente lamentó su pérdida. El narrador describe cuatro actos separados y secuenciales de Job. Él se levantó. Se rasgó las vestiduras. Se afeitó la cabeza. Cayó al suelo en adoración (v. 20). Reconoció que todo lo que tenía procedía de Dios y que el Dador tenía derecho a quitar esos dones. La respuesta de Job expresa alabanza, incluso en medio de la tragedia: “El SEÑOR ha dado; el SEÑOR ha quitado. ¡Bendito sea el nombre del SEÑOR!” (v. 21).
Habría sido fácil para Job enojarse con el Señor por quitarle sus posesiones y sus hijos. Sin embargo, el narrador nos deja ver que así como a Job le preocupaba que sus hijos pudieran haber “pecado y maldecido a Dios en sus corazones” (v. 5), Job no había pecado contra Dios en el suyo (v. 22).
- ¿Alguna vez ha quitado Dios algo o alguien importante en tu vida? ¿Respondiste apropiadamente?
Ora con nosotros
Dios todopoderoso, nos maravillamos de la fe inquebrantable de Job ante todas sus desgracias. Danos fuerza para poder decir, como Job: “¡Bendito sea el nombre del SEÑOR!” (Job 1:21), tanto en los momentos felices como en los difíciles.
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