El Palacio Valeriola, un edificio renacido en la calle del Mar, es la sede del Centro de Arte Hortensia Herrero. Sus paredes, que en otro tiempo fueron refugio de impresores, albergaron un pub extravagante y casi se convirtieron en un hotel, ahora se erigen como el hogar donde la historia de Valencia se funde con el arte contemporáneo. Aquellas ruinas del pasado son hoy un espacio vivo y abierto que invita a todos a adentrarse en el universo del arte. En este tercer episodio de 'Los Verbos de la Cultura', Alejandra Silvestre, directora de la Fundación Hortensia Herrero, y Leire Santos, gestora de proyectos de arte contemporáneo, nos descubren cómo este lugar nos muestra no solo lo que fuimos, sino también lo que somos y hacia dónde queremos ir. Durante el episodio, Alejandra y Leire nos guían por las distintas salas del palacio, desvelando los secretos que cada una esconde. Desde la estructura inicial del edificio, alterada a lo largo de los siglos para diversos propósitos, hasta los vestigios encontrados en la rehabilitación, como un horno del siglo XIV o dos muros del circo romano, cada elemento del Centro de Arte cuenta una historia. La mezcla de estilos arquitectónicos y la integración de las obras contemporáneas en este contexto histórico aportan una narrativa que va más allá de lo visible, creando un diálogo constante entre el pasado y el presente. Uno de los objetivos principales del Centro de Arte Hortensia Herrero es provocar emociones en sus visitantes. Alejandra Silvestre destaca cómo cada espacio ha sido pensado para sorprender: "Queremos que la gente se maraville en cada esquina, que siempre haya algo inesperado que descubrir." Esta atmósfera de sorpresa continua se percibe desde el vestíbulo principal, donde se encuentra una plataforma integrada en el suelo que permite la distribución de obras a todas las alturas del edificio. Este ingenioso sistema, diseñado por los arquitectos, refleja el esmero con el que se ha abordado la restauración y adaptación del espacio para el arte. Otro de los elementos más representativos del centro es la obra encargada a Jaume Plensa, situada en el ábside del edificio, al que el propio artista denomina "el ombligo del edificio". Plensa describe este rincón como pequeño, pero lleno de personalidad, similar a un punto de encuentro entre la entrada y la salida, cargado de simbolismo. Los visitantes también pueden admirar la intervención del artista Tomás Saraceno en el vestíbulo, una obra pensada para aprovechar las características arquitectónicas del espacio, mezclando luz natural, ventanas y escaleras para lograr un efecto de continuas interacciones entre la arquitectura y el arte. La experiencia de visitar el Centro de Arte Hortensia Herrero se completa con la atmósfera especial del "túnel de colores", uno de los lugares más fotografiados del museo. Esta obra de arte interactiva se ha convertido en el símbolo del centro, una pieza que invita a los visitantes a sumergirse en su juego de luces y reflejos, transformándose continuamente dependiendo del punto de vista y la iluminación. "Queremos que el visitante sea parte de la obra, que no solo mire, sino que interactúe, que sienta que es parte de algo más grande", señala Leire Santos. El verbo 'mostrar' que protagoniza este episodio de 'Los Verbos de la Cultura' va mucho más allá de exhibir una colección de arte. Es un acto de abrir las puertas al pasado, de permitir que la historia sea explorada, sentida y reinterpretada desde el presente. Mostrar es un verbo activo, un compromiso con la memoria y la creatividad. En el Centro de Arte Hortensia Herrero, cada visitante tiene la oportunidad de conectar con el pasado de Valencia, pero también de imaginar el futuro del arte y de la cultura.