El dolor, aunque es incómodo y no nos guste, es una parte inevitable de la experiencia humana. En lugar de resistirlo o ignorarlo, abrazarlo nos permite comprenderlo y aprender de él.
Abrazar el dolor no significa quedarse atrapado en él, sino aceptarlo como un maestro que guía hacia la resiliencia, la sanación y, finalmente, la transformación. Enfrentarlo es un acto de valentía que nos acerca más a la plenitud.
La invitación del episodio de hoy a abrazar el dolor, pero también, a abrazar la esperanza.